Dedicaré este post para escribir sobre un auténtico clásico y pilar del cine fantástico contemporáneo; es decir, de aquellos filmes realizados desde los años 70 hasta nuestros días. Esta película es The Thing, de John Carpenter, a su vez un remake de The Thing from Another World de 1951, dirigida por Howard Hawks. Excepcionalmente a lo que sucede casi siempre, en este caso la nueva versión superó con creces al filme original.
Esto es debido a que durante la citada década de los 70 (sobre todo al final) y en los 80 el cine fantástico, ciencia ficción, terror... Había alcanzado su mayoría de edad. Podemos establecer un antes y después en este particular eje temporal a partir de 2001: A Space Oddysey, donde comenzamos a observar un tratamiento más serio y dramático en este tipo de historias, así como una factura técnica desarrollada.
La primera vez que vi The Thing fue con mis primos y rondaría yo los once o doce años de edad. Aquello fue impresionante. Aunque la película llevase más o menos una década rodada, daba la sensación de haberse estrenado la semana pasada. Esto me sirve para destacar uno de los valores del filme, que sin duda es sus excelentes efectos especiales artesanales, sin el recurso todavía un poco lejano de herramientas digitales, de la mano de Stan Winston (padre de las criaturas de Aliens, Terminator y Predator) bajo la batuta de John Carpenter, dos maestros del cine visual y de entretenimiento. Creo, aunque suene un poco reaccionario, que los efectos artesanales o analógicos suman mucho más cuando se trata de construir criaturas y personajes; es como si éstos respirasen al ser de material real, mientras que los digitales se muestran perfectos para la recreación de escenarios y vehículos. La Cosa que protagoniza la película es un claro ejemplo, nos transmite la emoción de un engendro real y palpable, casi podemos sentir su textura viscosa.
El otro aspecto importante del filme, el esqueleto donde se asienta lo anterior, es la propia historia y como está narrada. Basada en un relato de John W. Campbell, Who goes there?, creo que el éxito de la película reside en que tenemos los elementos principales de lo que sería una novela de misterio clásica, pero con una capa de terror y fantasía por encima: Un escenario o contexto cerrado, una serie de personajes bien definidos y diferentes y la desconfianza que se genera entre ellos por saber quien es La Cosa.
La narración, pausada al inicio, va volviéndose frenética a medida que los personajes van perdiendo la cordura ante una situación que les supera y vuelve paranoicos, donde todos sospechan de todos y sólo cada uno individualmente es consciente de si es humano o La Cosa.
La idea de que el monstruo se extendiera como un virus y que no hubiese un aspecto diferenciado entre los protagonistas que habían contactado con él con los que sí lo habían hecho hasta que se desataba, me hizo pensar en su día si no habría cierto paralelismo con la naturaleza del VIH y el SIDA, dado que el filme fue rodado en 1982, al principio de la epidemia y cuando no se conocía muy bien su naturaleza y mecanismos de contagio.
A aquellos que no hayáis visto este clásico del cine, os lo recomiendo con la total seguridad de que dejará un imborrable recuerdo visual en vuestras cabezas. Y a aquellos que ya la habéis visto, revisitadla de vez en cuando que es bueno para la imaginación.
Yo también tendría esa edad cuando la vi, una noche en casa con mi familia. Me flipó, claro. Sólo con ver el trailer, me acuerdo de las sensaciones.
ResponderEliminarOLI I7O