Sé donde vives... |
Hoy escribiré sobre un tema que, por suerte y de momento, no ocupa un lugar preeminente en debates y noticias de los medios de comunicación, salvo momentos puntuales. Quiero tratar brevemente el tema de la violencia en el cine, los videojuegos y demás medios de entretenimiento.
Para comenzar, quería recomendar un libro que leí hace poco y me resultó muy interesante en líneas generales. Su título es Juegos Mortales, (editorial Espasa-Calpe) del crítico de cine Jesús Palacios, donde a modo de ensayo el autor critica los intentos (lamentables en ocasiones) de relacionar violencia ficticia con la real que vemos en los informativos.
Mi opinión sobre la violencia en la industria del entretenimiento es clara: A favor y sin censura. Y no me baso en estudios ni opiniones de expertos para establecer mi argumentación, sino en la propia experiencia. Tanto mis amigos como yo nos criamos en una época (los 80 y 90) donde teníamos acceso ilimitado y sin restricción social o paterna a todo tipo de cine de acción y videojuegos, donde lo más pacífico era arrancarle la cabeza a un enemigo a disparos; y hemos salido muy bien parados, como ciudadanos más o menos normales y pacíficos (casi zen). Me parece bastante ridículo pensar que por jugar a un título de consola determinado o ver un determinado filme, se produzca una especie de "activación" mágica por la cual desees salir a la calle a emular lo que has visto. Las personas no somos autómatas, y sabemos identificar lo que es mentira, lo que al final es espectáculo circense, tanto de adultos como a una edad temprana.
En un ámbito más científico, no existe ningún estudio concluyente al respecto sobre la influencia de la violencia "de entretenimiento" en comportamientos violentos reales, No obstante, hay una corriente de opinión en la sociedad que no duda en relacionar ambos elementos. En esto, como en otros fenómenos como la pornografía, suelen compartir una misma posición crítica sectores conservadores y colectivos progresistas. Mi opinión es que si existe algún tipo de influencia en un crimen concreto, o en comportamientos como la violencia en las aulas que ahora está de actualidad, es una influencia estética: ir vestido de tal o cual manera, decir ésta o aquella frase, etc. Pero la causa real y profunda de dicha conducta, como casi todos sabemos, hay que buscarla en el núcleo familiar, en los círculos de amigos, y en la existencia de problemas de fondo de otra índole, como podrían ser violencia en el hogar, alcoholismo y demás situaciones desagradables.
En cada década de la sociedad posterior a la Segunda Guerra Mundial ha habido una industria del entretenimiento que ha sufrido el descrédito y la acusación de incitar a malos comportamientos a la juventud. Primero fueron los cómics en los 50; posteriormente la música y la televisión en los 60 y los 70; y a partir de los 80 los videojuegos y los juegos de rol. Han servido de chivos expiatorios por su fácil identificación y como intento de buscar una causa externa a los problemas que, como he dicho en el párrafo anterior, en muchas ocasiones están dentro del hogar. Por suerte, todas estas industrias a día de hoy son grandes negocios que generan millones en beneficios, y con el respaldo económico vienen la consideración y el respeto.
Curiosamente, el tratamiento informativo de las noticias sobre conflictos bélicos, atentados terroristas y acciones criminales, en ocasiones con escenas bastante explícitas, suelen estar libres de toda sospecha, y eso que muchas veces la gente desayuna y come con tales imágenes. Está visto (nunca mejor dicho) que se considera más peligroso una imagen ficticia que una real.
Todo esto me lleva a pensar que quizá lo que realmente se critica y rechaza inconscientemente es el noble arte de no hacer nada, de entretenerse jugando a la consola o viendo la tele, de estar sin producir algo palpable que tenga una consecuencia práctica. En definitiva de hacer algo eminentemente individual o en petit comité que poco tiene que ver con nuestra tradición social de la fiesta y el evento colectivo.
Totalmente de acuerdo con todo lo que dices.
ResponderEliminarTambién, supongo que en el caso de las personas que culpan a la violencia en videojuegos, cine, televisión, comics... etc... de ser los causantes de la violencia en ciertos sectores de la juventud, es mucho más fácil esto, que asumir los errores, que posiblemente ellos también, han cometido en la educación de su prole. Porque ¿para qué reconocer tus propios errores, cuando puedes culpar a otros?